Mujeres Alfareras de Tláhuac

En Tláhuac, Ciudad de México, se encuentra un taller de ceramistas que buscan fomentar la igualdad de género, al brindar oportunidades laborales que produzcan fuentes de ingreso e impulsen la independencia de las mujeres de esta comunidad.

El taller de las Mujeres Alfareras de Tláhuac, fundado y dirigido por Rita Reséndiz, busca establecer un espacio artístico y educativo que no sólo mejore la calidad cultural, moral y económica de sus integrantes, sino que también preserve las tradiciones nacionales y genere conciencia en los obstáculos a los que los grupos de artesanas y artesanos mexicanos, suelen enfrentarse. 

El Taller de Mujeres Alfareras de Tláhuac nació después del terremoto de 1985 y con la necesidad de encontrar un sustento económico y una manera de crear sororidad, es decir, hermandad entre mujeres. 

En Tláhuac, muchas veces las mujeres de la comunidad están destinadas a cuidar de su casa y a los a animales de las granjas; por lo que se necesitan oportunidades de trabajo para mejorar la calidad de vida de las mujeres y sus familias. Este es el caso del taller de Rosalba Francisco. Rosalba comenzó su pasión y compromiso por participar en organizaciones que prestaran apoyo y brindaran oportunidades de trabajo. Tiempo después, se integró a la Unión de Vecinos y Damnificados en donde conoció al doctor León Valencia, quien les ofreció un horno para cocer cerámica; el cual les serviría como una herramienta para crear una fuente de ingresos. Se creó una cooperativa de ceramista donde participaron, siendo la única mujer dentro del grupo. 

Actualmente, las Mujeres Alfareras de Tláhuac presentan sus artesanías en lugares como la Feria de las Culturas Populares o la Feria Manos Abiertas de la Universidad Iberoamericana; es a través de estos foros que las Mujeres Alfareras de Tláhuac difunden su trabajo e informan los espacios que tendrán disponibles para vender sus artesanías, así como los cursos y talleres que impartirán. 

Sin embargo, la vida depararía más retos para el Taller y para Rosalba, ya que como consecuencia de los sismos del 2017 y la actual pandemia mundial, las Mujeres Alfareras han tenido que enfrentarse a situaciones adversas, como la pérdida de sus hogares, la falta de agua y de luz, y en este año, la falta de espacios para comercializar sus artesanías; por lo que deberán trabajar a marchas forzadas para obtener los ingresos necesarios para su manutención, ya que dependen de la venta diaria para su subsistencia, al no contar con apoyos económicos gubernamentales ni privados. 

En este monumento, son cuatro alfareras, entre madres de familia y madres solteras, que han tenido que adaptarse a esta nueva realidad y encontrar espacios necesarios para mantener la misión del taller y seguir apoyando a las mujeres de su comunidad. 

Los productos que ofrecen son de alta calidad, logrando transmitir en cada uno de ellos las tradiciones ancestrales de las alfareras y llevando hasta sus hogares artesanías hechas  con la más alta dedicación y cuidado, pero sobre todo transmitiendo el amor por su comunidad.